Las investigaciones en el campo literario, desde la perspectiva del escritor, surgen a partir de la necesidad de confrontar la escritura propia con la del otro. Desde la idea hasta la forma, la incertidumbre ocupa tanto las interpelaciones acerca del arte, como aquellas relacionadas con la situación o el lugar de la escritura personal; esta investigación se origina justamente en la diatriba de preguntarme: ¿Cuál es la importancia del silencio en la poesía? Primero llegó la lectura de poetas latinoamericanos, el ser de la poesía parecía contenerse en los poemas de Alejandra Pizarnik y los de Octavio Paz, entre otros, desde la palabra misma, desde dentro del poema, ni referencial ni tipográfica, un fundamento ontológico sugería la noción del silencio en sus imágenes. No obstante, fue a partir de la lectura de la obra poética de Gilberto Owen y fundamentalmente de su Sindbad el varado, que la intuición del intervalo, de una tregua entre lo que se tiene y lo que se desea, hace surgir el tema del silencio. Es así que el silencio hace presencia, desde la estructura misma, desde la forma se construye otro silencio. El trayecto que va de la intuición al pensamiento reflexionado, para comprender esa visión de Sindbad el varado invocando al silencio, ha requerido de los fundamentos teóricos y críticos que en esta investigación construyo y despliego. Es el descubrimiento de otra poesía: la del silencio, y de otra forma de escritura: la crítica, lo que me permite capturar algo más de este tema, que también se escribe, incluso, en silencio. Las hojas blancas primero son silencio, luego se llenan de más silencio, y todo puede caber en decir nada. Éstas son mis intuiciones y aproximaciones, no respuestas, pues como siempre, la escritura crítica origina más preguntas por resolver. Éste es el planteamiento personal y consensuado sobre el silencio como leit motiv en una obra poética mexicana que formara parte de aquella nueva generación de poetas de principios del siglo XX: Gilberto Owen y su Sindbad el varado.