Descripción:
Las desapariciones forzadas son masacres que ejerce el Estado hacia la población. La violencia expresiva que produce ese acontecimiento, deja el mensaje de quiénes son los dueños del territorio. Es necesario un espectáculo violento para aislar a las víctimas, para criminalizarlas y soterrar las intenciones de búsqueda de justicia, verdad y reparación del daño. El Estado pretende encubrir con otras organizaciones criminales su participación. O bien, criminaliza a la población vulnerable, optan por la estigmatización por medio de los medios de comunicación que espectralizan la violencia generando miedo y polarización en la población. Con la presente investigación señalamos que el mandato de género que se ejerce con la violencia sistémica produce aislamiento, pero también proponemos que este encapsulamiento puede ser desmontado por medio de prácticas de resistencia social cuyos ejercicios permiten la comprensión, el entendimiento y sobre todo el reconocimiento de los seres abyectados. Planteamos estas prácticas en algunas aulas universitarias para difundir las historias de sus víctimas por medio de las representaciones narrativas de género y así contribuir al entendimiento, el diálogo, la asimilación de este drama social y la creación de nuevas retóricas de vincularidad.