Descripción:
En el primer capítulo, se plantea que la ideología es una forma de enajenación. En el periodo ilustrado existe un movimiento llamado ¿ideología¿ donde el concepto fue forjado por el pensador francés Destutt De Tracy con la intención de comprender el funcionamiento de las facultades humanas. En sus inicios, la ¿ideología¿ fue una ciencia que pretendía estudiar aquello que gobierna las ideas y la conducta humana para que, de esta manera, se pudiera intervenir en ellas. El debate sobre la conformación de la ¿realidad¿ llegó hasta Feuerbach, filósofo alemán, quien afirma que el mundo es una mera proyección de la conciencia humana. La conciencia es una percepción interna, independiente del mundo. Así mismo, la conciencia humana ha construido a lo largo de la historia una serie de figuras como la idea de Dios para responder a algunas cuestiones o para satisfacer cierto vacío en el hombre. Sin embargo, el ser humano se deja dominar por las ¿proyecciones¿ que él mismo ha creado; el hombre le entrega los atributos que le constituyen a la construcción de su conciencia, se convierte en un adorador; este es el acto mismo de la enajenación. Por otro lado, el acto de enajenación definida por Carlos Marx, que se desprende de la concepción feuerbachina, no sólo ocurre en la conciencia, sino en la vida concreta, en el trabajo. La ideología por tanto es una especie de enajenación, ¿falsa relación¿ del hombre con la vida, donde las relaciones humanas se construyen a partir de meras fantasías. En el capítulo siguiente, se aborda el tema del trabajo, no sólo como una actividad meramente productiva, predeterminada, sino como una labor Absurda. El trabajador se encuentra cansado, hace a un lado lo más precioso de su existencia como amar, cuidar de su familia e invertir sus energías en sus propios proyectos; todo para concentrar sus fuerzas en el ¿éxito¿, una meta importante que hay que lograr en la sociedad contemporánea, donde poseer y consumir son propósitos cruciales. Es un ideal de la vida acelerada que nos domina, un campo de sentido 5 último, donde Sísifo se convierte en la imagen del trabajador contemporáneo ya que sus esfuerzos para ser feliz y pleno están condenados al fracaso. En el último capítulo, se pone de relieve la forma de amar en la sociedad capitalista que deriba en las ¿relaciones accesibles¿ ¿propias de la sociedad contemporánea. El hombre postmoderno es incapaz de amar. El amor es una experiencia de unión a través del respeto, conocimiento y cuidado; al hombre postmoderno no le interesa unirse permanentemente, antes bien se llena de los placeres y paliativos que el mundo le ofrece; poco durables, intensificando la distancia que tiene con los otros hombres; el amor moderno es idólatra y ¿sentimentaloide¿, se quiere consumir la imagen deformada de la persona; se ha configurado una serie de ¿relaciones accesibles¿ en función a la impotencia para amar.