Descripción:
El 1° de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) sorprendió a México y al mundo declarándole la guerra al Estado mexicano con la toma de cinco cabeceras municipales en el estado de Chiapas: Las Margaritas, Ocosingo, San Cristóbal, Altamirano y Chanal. El suceso ocurrió, entre otras razones, por la extrema pobreza de los indígenas chiapanecos, la cual, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (firmado entre México, Estados Unidos de Norteamérica y Canadá), no haría más que acrecentarse.1 Este hecho ha sido muy estudiado, desde diferentes perspectivas, en cuanto a los orígenes, horizontes, discursos, propuestas, entre otros. A partir del levantamiento armado, la sociedad civil advirtió algo que el Estado trataba de ocultar: la organización indígena. En ese momento el gobierno se dedicó a localizar al actor o los actores detrás del movimiento zapatista, pues no creían en la capacidad organizativa, ni siquiera pensante de los indígenas. Inmediatamente sobresalieron dos actores. Por un lado, un grupo de guerrilleros mestizos provenientes de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) y, por el otro, la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, especialmente en la figura del obispo Samuel Ruiz García. Entonces salieron a la luz una serie de hechos conocidos por el gobierno pero a su vez minimizados, los cuales muestran claramente el trabajo organizativo de estas dos figuras,2 con objetivos distintos y similares, ambas buscaron la creación de un mundo más justo aunque por diferentes caminos.