Descripción:
En la presente investigación se estudia la participación de México en la OEA en los contextos de las Crisis Político-institucionales Interamericanas de Guatemala, Cuba y República
Dominicana. El estudio se centra en la primera etapa de la Guerra Fría (1947-1965) tomando como referencia para su delimitación temporal el espacio americano, las relaciones exteriores de Estados Unidos con México y el resto de América Latina, y las particularidades
propias de las vinculaciones interamericanas que se materializaron en el comportamiento
general de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Los años elegidos muestran,
por un lado, la consolidación del interamericanismo y su institucionalización, la enunciación de la “contención” como política exterior estadounidense y lo que para nosotros es el
inicio de Guerra Fría, y por el otro; el desencanto que representó la OEA como organismo
capaz de articular, coordinar y mantener la paz en América tras la intervención unilateral de
Estados Unidos en República Dominicana. Los conflictos seleccionados se han agrupada
bajo la categoría de “Crisis Político-institucionales Interamericanas” y su estudio conjunto
nos permite encontrar similitudes y diferencias en el comportamiento de Estados Unidos, el
organismo regional y especialmente México. Estudiar la política exterior de México bajo
estas consideraciones, permite comprender el éxito o fracaso mexicano en un mundo en
pleno proceso de cambio. Como pregunta rectora nos cuestionamos: ¿Cuál ha sido la participación de México en estos contextos de crisis y en esta coyuntura particular de Guerra
Fría? Y para dar respuesta a dicho interrogante apelamos a los modelo de autonomía propuesto por Juan Carlos Puig. El marco teórico utilizado fue el de la Historia de las Relaciones Internacionales, que no sólo incluye el pasado en su análisis, sino que apela a la utilización de modelos explicativos para describir el contexto que se estudia. Como resultado final, concluimos que México puede incluirse en los casos típicos de “autonomía heterodoxa” logrando un equilibrio casi perfecto entre sus intereses nacionales y los de la potencia dominante del bloque: Estados Unidos.